La rentabilidad y estabilidad de los sistemas de producción de carne se basan en buscar alta producción de pastos, adecuar la carga animal para máximo aprovechamiento, con óptimo manejo del pastoreo y combinar el uso de granos para compensación de altibajos climáticos y regulación de la calidad de forraje en el rumen. En cría la fertilidad del rodeo es un objetivo prioritario, incluyendo la facilidad de parto aportada por padres y madres, para minimizar pérdidas entre preñez y destete.
En invernada, el potencial de crecimiento tiene un alto impacto económico, mientras que la calidad de res posee implicancias para que el sistema funcione. El potencial de crecimiento está asociado al tamaño adulto, por lo que tiene límites de equilibrio que debemos definir. Y la calidad de res también necesita de criterio selectivo para equilibrar la deseable musculatura con adecuada grasa de cobertura con utilidad para la acumulación y uso de reservas corporales en cría y facilidad de terminación en invernada, muy útil a la hora de cumplir con programas de venta de animales bien terminados, o para disponer de gordura comercial en situaciones que necesitemos ventas anticipadas para reducir carga animal en las pasturas.
A la hora de comercializar en pié la adecuada terminación es indispensable para lograr los mejores precios tanto en venta de animales gordos para faena como en venta de reproductores.
La toma de decisiones para cumplir con estos objetivos se basa en la información genética de los animales, generada a campo y procesada por el ERA* (Angus-INTA). Esto nos permite separar lo que es genético de lo que es ambiental, expresado en valores de Diferencias Esperables en la Progenie (DEP).